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Disco Giratorio

Los Silonitas capturados en la ceremonia sangrienta son llevados a la cárcel. Todos, en la sala central, están como pegados a las paredes; las mujeres acariciando a sus hijos, los hombres de espaldas y en cuclillas ocultando sus rostros. Miradas de miedo, huidizas, pidiendo perdón, diciendo ¡Soy inocente! Llanto, arrepentimientos, castañeteo de dientes. Unos jóvenes piden al Rey que se declare culpable, así, sospechan, liberan a todos. "En esta, estamos todos subidos" les contesta el Rey. Y por ese comentario recibe golpes, amenazas , e insultos de reblandecido.

Interviene la esposa del Rey, parece que para defenderlo, pero no, se suma a los insultos.

Llega la Emperadora luciendo una pantera de mantón . Hernán exhibe a los prisioneros como botín de caza.

Estos son madrecita , todos los que participaron de la ceremonia,le dice Hernán Cortés, a la Emperadora, creo que esto es más que suficiente para que arrasemos con Silón.

¡Yo doy las ordenes en Iberia!... ¡ No vamos a exterminar un pueblo por unas cuantas manzanas podridas! se exalta la Emperadora con una voz gruesa que apenas disimula su alma femenina.

¡Como Usted diga madrecita! retrocede Hernán con voz quebrada y afeminando su voz, dándose cuenta del miedo que sentía, de lo ridículo que estaba quedando y por sobre todas las cosas, de que ya nada ni nadie consideraba que no fuera ese tono malhumorado de la Emperadora, entonces ensayando su mejor voz gritó: ¡Pero a estos, ni justicia!

¡Hernán! guárdese los resentimientos ya sabe donde...aquí vamos hacer un juicio., como Dios manda, les vamos a dar la oportunidad para que se defiendan, terminó diciendo la Emperadora.