Un hombre...

Un hombre derrumbado sobre cubierta, se elevó con el infinito desgano de un molusco náufrago. Sacudió el polvo que lo cubría y contempló en el horizonte, una torre fosforescente .

Caminó por la playa. Apenas recordaba identidad. Se vio corriendo con su hermano por las orillas de un río marrón mien-tras se alejaba de una madre inmóvil que desde una ventana le regalaba mira-das de preocupación. Sus ropas que alguna vez brillaron al destello del sol, ahora lo mostraban como un guerrero inmensamente derrotado, con cha-rreteras sin flecos, pantalones carcomidos en las botamangas y pies llagados por las cortaderas de un sucio pantano.